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PEDRO BURZACO
CRÓNICAS DE LA MÚSICA ESPAÑOLA (4)
Lejos de mí la intención de hacer un detenido repaso de una figura con la relevancia y el significado que tuvo, y tiene, Pau Casals; esta crónica tan sólo pretende resaltar un aspecto de su labor por el pueblo obrero, del que procedía y al que siempre se entregó, en la Barcelona de los años 20 y 30 del siglo XX.

Mucha tinta ha corrido, en libros y artículos, sobre este hombre que nació en El Vendrell el 29 de Diciembre de 1876, de humilde familia, y murió exiliado en Puerto Rico el 22 de Noviembre de 1973, a poco más de un mes de cumplir 97 años, con fama y reconocimiento mundiales. Un niño que comenzó a conocer la música en su casa y de su padre, organista, y que estudió violín, aprendió a tocar la gralla con un graller ambulante, a tocar el órgano con su padre y quedó hipnotizado por unos cómicos que tocaban una especie de violonchelo hecho con un palo y una caja. Pronto el niño Casals consigue, podemos pensar que a base de ser pesado, como todos los niños, que un carpintero le fabrique algo parecido, con una vara y una calabaza como caja de resonancia, instrumento que conservó toda su vida pese a guerras, traslados y viajes. Con once años ingresará en el Conservatorio Municipal, residiendo en casa de unos familiares, y comenzando una estelar carrera que, con apoyos de becas y ayudas, se desarrolló como todos sabemos.

No hablaré ni de su decidida actitud política y personal, ni de sus características como intérprete, sino de una labor que ha quedado algo escondida tras el brillo del resto de su imagen: la Orquesta “Pau Casals” y la “Associació Obrera de Concerts”.

Dignificar la profesión de músico

En 1920, ya consolidado como solista internacionalmente, decide que es el momento en que puede apoyar a su gente, y comienza por los músicos de Barcelona. Mal retribuidos y miembros en ocasiones de orquestas que los explotan o, simplemente, están en decadencia, Casals decide organizar una orquesta bajo su dirección, para dignificar, por un lado, la profesión de músico y, por otro, el hecho mismo de la música en Barcelona.

En aquel momento, los bajos sueldos y la mediocridad de la música que se interpretaba hacía que los músicos pasaran apuros económicos y vacíos espirituales, tocando habitualmente cancioncillas ligeras y de moda que no respondían a su formación artística.

Su fama y renombre permiten a Casals acceder a la Administración de la Ciudad, pero la acogida es decepcionante. Nadie entiende en la altas esferas que una persona reconocida en toda Europa como un genio renuncie a parte de su tiempo por un ideal imposible: crear una orquesta sinfónica en Barcelona de nivel internacional.
Al volverse hacia sus conocidos, y frustrado por las “autoridades” que deberían haberse interesado, encontrará una “colla” colaboradora.

Su amigo Felip Capdevila y su esposa Francisca asumirán, respectivamente, los papeles de Tesorero (el más exigente) y Correspondencia, con responsabilidad de Archivo Musical (el más sacrificado). Otro amigo, Joaquim Pena, culto y estudioso, será el Secretario, y su Presidente, el Sr. Vidal i Quadres que, en su privilegiada posición económica y social, cree en el proyecto y lo apoya en todos sus términos.

La Orquesta Pau Casals

Así, Casals reúne a los mejores 88 músicos de la “Orquestra Pau Casals” el 19 de Noviembre de 1920. La asistencia a ensayos es obligatoria, pues tienen un sueldo fijo digno y se ha de preparar un gran repertorio.

Todo promete, pero, a los pocos días de ensayos, Casals sufre una enfermedad ocular cuya curación resulta fallida y exagerada. La exigencia de asistir a los ensayos se cubre con la dirección por su hermano Enric Casals, pero a menudo no le es posible acudir, y son una reunión social.

Una delegación de músicos visita a Casals, pues consideran, humildes pero honrados, una injusticia cobrar por no hacer nada. Casals no cede. No es sólo dirigir y dar conciertos su deseo, sino crear un ambiente humano amistoso, una sana complicidad entre todos los miembros de la orquesta, que se encuentren en familia.

Contra las indicaciones de los médicos, en cuanto se ve capaz se pone al frente de la Orquesta, que debutará el 19 de Noviembre de 1920 con éxito y halagos. Su trayectoria, brillante desde el comienzo, no será, por otro lado, rentable, o sea, sin pérdidas, hasta su octavo año de vida, estimándose el déficit de esos ocho años en la nada despreciable suma de dos millones de pesetas de la época, unos cuatro millones de euros actuales, que salieron, sobre todo, de los bolsillos de Casals y de Vidal i Quadres.

Acercarse al mundo obrero

En 1926, con la orquesta ya consolidada, es el momento del siguiente paso: acercar la música al mundo obrero y dar a los obreros posibilidad de asistir a conciertos.

Casals se dirige al Ateneu Politècnic de Barcelona con una idea inspirada en Anselm Clavé, como es crear una Asociación Obrera de Conciertos (AOC). Los socios pagarán seis pesetas al año, cuando el sueldo de un obrero cualificado suponía diez pesetas diarias, y tendrían derecho a seis conciertos anuales, siempre domingos a las 11:00 de la mañana, aparte de algunos conciertos extraordinarios. Los conciertos serán dados por la “Orquestra Pau Casals” o por grupos de cámara formados por miembros de la orquesta.

La desconfianza inicial de los directivos del Ateneu se supera, y pronto harán falta las dos mayores salas de Barcelona para los conciertos de la AOC. Hará falta limitar la afiliación a la Asociación a los obreros con un sueldo menor de quinientas pesetas mensuales, debido a las solicitudes. Se creará un Patronato de cuota superior entre personalidades de la política, economía y cultura de la ciudad, que ayudarán al mantenimiento económico de la Asociación, pero que no tendrán derecho a asistir a los conciertos. Casals quiere que los obreros estén, como hizo con sus músicos, “como en casa”. A cambio, él toca un concierto anual privado, el único que toca en Barcelona, para el Patronato.

Blanca Selva, gran pianista y activa feminista, colaborará con la AOC, primero escribiendo las notas informativas de los programas de los conciertos, y luego creando, en 1934, una escuela de música para los obreros, los “Estudis Musicals Blanca Selva”. La unión de esfuerzos posibilitará el Institut d’Orquestra, donde tocarán profesores y estudiantes, creando también grupos de cámara estables. Todos ellos participan en los conciertos en Barcelona y fuera, pues muchas otras ciudades siguen el estímulo creando Asociaciones Obreras semejantes a la de Casals. Colaborarán desde el principio y con entusiasmo el “Orfeó Catalá” y el “Orfeó Gracienc”, entre otros, dando a los obreros la oportunidad de acceder a los mismos repertorios que las pudientes clases altas, tanto de cámara como sinfónicos o corales… pero el sueño realizado llegó a su fin.

El fin de un sueño

Y llegó a su fin, como tantos otros sueños, el 18 de Julio de 1936.

Aquella noche, mientras ensayan la orquesta y el Orfeó Gracienc para el concierto del día siguiente, reciben la noticia de la cancelación del concierto y el aviso de desalojar ante la inminente posibilidad de desórdenes tras el alzamiento de un grupo de militares contra la República. Pese al peligro y el temor, Casals propone la que supone será la última interpretación juntos: el Himno a la Alegría de la Novena Sinfonía de Beethoven, que figura en el programa, un himno a la paz y la fraternidad.

Con la rotunda adhesión de los intérpretes, las notas de la última interpretación de la Orquestra Pau Casals resonarán en la sala oscura, vacía y sin público. Pocas horas después, mientras Casals está regresando a su casa, suenan los primeros disparos, que ya no cesarán hasta 1939. La orquesta se disuelve para nunca más reencontrarse. Casals se exiliará de su amada Catalunya para nunca volver, eso sí, sin dejar de quererla ni olvidarla. La Associació Obrera de Concerts continuará su labor, con modestos conciertos de cámara hasta su desparición en 1939. Muchos de los protagonistas de esta historia acabarán en el exilio o morirán durante el conflicto…

Toda la perseverante labor de Casals y los que le apoyaron y ayudaron quedó truncada, pero, entre todos, debemos procurar que no quede olvidada.

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