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El ex secretario general de La Izquierda (Die Linke) Oskar Lafontaine fue invitado a dar la conferencia inaugural en el congreso "Marx is Muß" organizado por Marx21, que trató del debate en torno a tres términos constantemente en liza: comunismo, antisemitismo y trotskismo. El congreso "Marx is Muß" se celebró en Berlín desde el pasado jueves hasta este domingo bajo el rótulo "Cuestionar el sistema: ¿qué programa necesita La Izquierda?" De la conferencia inaugural del antiguo secretario general y hoy presidente del grupo parlamentario de La Izquierda en el parlamento regional del Sarre ofrecemos algunos extractos a partir de una grabación.

Queridas amigas y amigos, compañeras y compañeros:

Agradezco de todo corazón la invitación. Por descontado, también querría saludar a nuestros adversarios: sé que algunos están aquí, al acecho, para poder caernos una vez encima más con todo su peso. Quiero saludar especialmente a las damas y caballeros de la Oficina Federal para la protección de la Constitución (Verfassungsschutz) ¿Qué sería de una reunión así sin ellos? Seguramente han venido hasta aquí para comprobar si alguien quiere introducir nuevamente el comunismo o si alguien defiende el antisemitismo o el trotskismo. [1]

A propósito de estos tres vocablos que he mencionado, tan disputados, tan invocados siempre contra nosotros, he venido a hablar aquí hoy. Quisiera decir algo sobre el debate en torno al término 'comunismo'. En ninguna parte está tan restringido este debate como en la República Federal Alemana. Esto lo digo como alguien que vive junto a la frontera francesa y sabe cómo se debate sobre el comunismo en Francia. Allí el comunismo está unido a la Résistance. Tiene una dimensión completamente diferente y en consecuencia el debate es muy otro. Y he estado varias veces en España, donde el comunismo está unido a la Guerra civil. A nadie se le ocurriría tener un debate en los términos que nosotros tenemos aquí. O en Italia, donde el comunismo está vinculado con los partisanos. [2]

Falsificacion de la historia

Y aquí en Alemania sucede así porque enseguida le cae el sambenito habitual –el comunismo equivale, sea como fuere, al Muro de Berlín, las alambradas de espino, a Stalin y a Mao– y aquí se acabó todo. No en último lugar porque en el Oeste se ha logrado con éxito hacer caer en el olvido discretamente a la resistencia comunista. Es conocido que los hombres y mujeres que resistieron el fascismo y terminaron en los campos de concentración han sido olvidados. […] Como estudiantes aprendimos que la resistencia fueron los hombres del 20 de julio. [3] No, la resistencia fueron, para comenzar, los muchos trabajadores y trabajadoras que resistieron contra el fascismo. Esto ha sido una falsificación de la historia alemana que aprendimos en nuestra juventud.

Sobre el antisemitismo quisiera solamente afirmar que, por supuesto, hay un antisemitismo latente en la población. Todo el mundo lo sabe, se encuentra en todas las capas de la población. Y quien crea otra cosa o se equivoca o no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor. Siempre lo ha habido, incluso entre la izquierda, y por esa razón debemos estar en guardia. Pero quien quiera decir que en la izquierda aún quedan restos de antisemitismo, en primer lugar tiene que conocer la historia de la izquierda. Acusarla de antisemitismo es un pobre argumento. Quisiera indicar a este propósito que si un partido ha tenido como miembros a Globke y Filbinger, la acusación de antisemitismo hacia la izquierda se modifica y pasa a ser de una impudicia sin parangón. [4] Lo mismo vale para el partido de Jürgen Mölleman o Eriche Mende (ambos del FDP) o para cualquier otro partido. [5] Así que si alguien tiene el deber de revisar su propia historia, ésos son los partidos que tras la guerra dieron cobijo a muchos nazis en sus filas. Con todo, ahora, gracias a Dios, algunos parlamentarios se han unido para buscar en los parlamentos regionales cuántos miembros del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) habían en sus propias filas tras la guerra.

¿Será Sigmar Gabriel un trotskista camuflado?

Ahora bien, me habéis planteado otra cuestión de la que, ahora que me he encuentro junto a trotskistas, debo por lo tanto ocuparme: el trotskismo. El gran problema de los "ismos" es que nadie está dispuesto a decir lo que entiende bajo ese término. El trotskismo se vincula en principio con el concepto de "entrismo", esto es, los grupos que entran en los partidos para ejercer su influencia en ellos e influir de alguna forma en el programa y la política de ese partido. Yo mismo entré en un partido para ejercer influencia, así que quizá debería estar igualmente, si así se quiere ver, bajo la sospecha de entrismo. Entonces he pensado en el bueno del presidente del SPD Sigmar Gabriel, que recién ha hablado de las reformas de La Izquierda como una forma de "entrismo" en el SPD. Quizá sea él mismo un trotskista camuflado. Y para terminar, la Oficina federal para la protección de la Constitución no merodea ya solamente alrededor de los afiliados del NPD,[6] sino también ha puesto el pie en la izquierda, e incluso presenta, como organización, una asombrosa unidad trotskista.

El siguiente término que aparece en el léxico del trotskismo es el de revolución permanente, que me ha puesto igualmente en un serio aprieto, sabiendo lo que está ocurriendo en los países árabes. Todos los partidos han apoyado estas revoluciones. Por ejemplo, [el ex presidente del FDP y vicecanciller] Guido Westerwelle, que viaja por allí a menudo. De lo que se sigue que también él sería un trotskista. Todo esto me ha sumido en una confusión, porque no sabía cómo lidiar con ello. Y luego viene todavía lo del "socialismo desde abajo". Algo que en modo alguno puede reprochársenos, porque si hay algo que no queremos bajo ningún concepto es el "socialismo desde arriba". De eso ya se han dado cuenta con exactitud nuestros adversarios. No queremos ningún socialismo prescrito, provenga de quien provenga.

Sin embargo, quisiera añadir, ahora que hablo de entrismo y trotskismo, de comunismo y socialismo, una recomendación, pues para eso se me ha invitado a participar en el programa. Recomiendo que, como izquierda, aprendamos a traducir correctamente términos extranjeros. Porque nos hace vulnerables tener que recurrir en todo momento a palabras extranjeras en el debate. Si no se traducen correctamente, entonces estas palabras pueden significar lo que uno quiera. Y el gran problema del debate en Alemania es que demasiadas de estas palabras extranjeras son empleadas y se utilizan –ya sea en los escritos o en las reuniones– y son demasiado vagas como para poder ser definidas.

He dicho que La Izquierda es un movimiento de regeneración democrática. Quisiera retomar una vez más este epígrafe. Cuando se afirma algo así, debe saberse también lo que se entiende por democracia. ¿Conocéis algún otro programa donde aparezca algo así? ¡Echadle un vistazo a los programas del resto de partidos! No he encontrado allí nada, y por eso mismo me gustaría recuperar la definición clásica, porque es lo que cohesiona nuestro programa. Nosotros, La Izquierda, entendemos por democracia un orden social en el que priman los intereses de la mayoría. Una definición muy sencilla, que parte del movimiento mismo: define a la democracia a partir de sus resultados, no de su forma.

Por desgracia, en Alemania estamos acostumbrados a definir las cosas a partir de su forma: para este caso, que cada tanto tiempo vamos a las urnas. No, la democracia tiene que ser definida por sus resultados. En una sociedad en la que los salarios reales caen desde hace años, en que las pensiones se reducen desde hace años, en que las prestaciones sociales se recortan desde hace años, no gobierna ninguna democracia según la hemos definido, porque la democracia se define por sus resultados y no sólo por las formas.

Aún queda un "ismo" más

Podemos ver el mismo circo cuando se discute sobre terrorismo. Sí, el terrorismo está de plena actualidad. En los debates parlamentarios siempre he dicho lo mismo: «Sí, aún queda un "ismo" más, señora canciller. Usted dice combatir el terrorismo. Aclárenos por favor de qué se trata.» Durante dos años he planteado la misma pregunta y no he recibido ninguna respuesta, porque el gobierno no está en la situación de responderla hasta el día de hoy. Pero un funcionario ha contestado finalmente a la pregunta: concretamente ha escrito sobre papel legal que «el terrorismo es el uso ilícito de la guerra para la consecución de objetivos políticos. Así se ha presentado en el Bundestag, así lo hemos decidido entre todos», dije. «En consecuencia, hemos decidido que Bush y Blair y otros muchos son terroristas. Es fantástico que todos hayamos llegado a darnos cuenta de este hecho.» Nadie se levantó, ni siquiera la CDU ni el FDP. No pudieron mostrarse indignados. En aquel momento se quedaron sin palabras contra, precisamente, la fuerza de las palabras.

Así llegamos al programa de izquierda, un programa que debe ser anticapitalista, un término que debe aclararse una vez más: no aceptamos un orden económico en el que alguien se enriquezca a partir de lo que otros han trabajado para él. Para empezar, ésta es una fantástica descripción del capitalismo, y nosotros somos de la opinión que debe debatirse una cuestión elemental de toda sociedad: ¿Qué pertenece a quién y por qué motivos?

Esta cuestión no se encuentra en los programas de otros partidos. Pero debe responderse. Debe, al menos, plantearse. Debe ponerse en contacto con la teoría social liberal, que llegó a la conclusión de que la propiedad se funda en el trabajo. Entonces alguien recomendó retirar y eliminar la palabra "propiedad" por la de "adquirido por sí mismo" (Selbsterarbeitetes). Nosotros queremos que lo "adquirido por sí mismo" en sociedad corresponda verdaderamente a esa definición. Con otras palabras, nos encontramos ante una sociedad injusta, en la que aquellos que consiguen algo han de enfrentarse con el hecho de que mucho de aquello que han conseguido les es tomado por algunas personas concretas que no han movido ningún dedo por aquello. Un orden social así lo entendemos nosotros, La Izquierda, como injusto. Y queremos cambiarlo.

Y por ello no sólo esta cuestión no figura ella sola en el centro de nuestro programa. ¿Qué significa exactamente 'propiedad'? Cuando decimos que la propiedad se funda en el trabajo, entonces nos encontramos en la tradición liberal clásica. ¿Pero qué es el 'trabajo'? También encontramos diferentes respuestas. Y creo que nosotros, aquí, a partir de la ocasión que nos brinda este congreso, podemos hacer regresar esta cuestión al centro del debate dentro de la izquierda y de la izquierda europea.

El trabajo es, según Marx, el "metabolismo" entre la sociedad y la naturaleza. En su conocida Crítica al Programa de Gotha Marx comentó que no es permisible que la izquierda sostenga que toda la riqueza proceda del trabajo. Y allí, añadió que debe decirse que más bien toda la riqueza procede de la naturaleza. En otras palabras, un concepto del trabajo que asuma una existencia independiente y excluya el hecho de que el trabajo es un intercambio con la naturaleza conduce a conclusiones erróneas.

Por eso quisiera recomendaros volver a la Crítica al Programa de Gotha de Marx. En ella se encuentra uno con que en el origen del movimiento obrero se encontraba ya la idea de proteger el medio ambiente o el conflicto con la naturaleza, y que de nuestro concepto de trabajo debemos extraer otro acercamiento a la cuestión de la protección medioambiental. Ahí tenéis el ejemplo de Los Verdes, que para mí son una enorme decepción. Para mí no son en realidad defensores del medio ambiente en absoluto. Quisiera dar un ejemplo tan sólo: quien pretende proteger el medio ambiente debe primero aprender a proteger a los hombres, a proteger la vida humana. Y quien defiende la guerra con bombas de racimo y de uranio, nunca podrá ser un defensor del medio ambiente. […]

NOTAS: [1] Los servicios secretos de la República Federal Alemana, oficialmente conocidos como Oficina federal para la protección de la Constitución (Verfassungsschutz), mantienen vigilada a Die Linke, incluyendo algunos de sus parlamentarios y cargos principales. Esta práctica ha sido calificada por Lafontaine como propia "de una república bananera". Cfr. Oskar Lafontaine, "La izquierda ha alterado el sistema alemán de partidos" Sin Permiso, 4 de octubre de 2010. [2] Lafontaine se refiere a la polémica surgida a raíz de la publicación en el diario junge Welt el 3 de enero de 2011 de extractos de una conferencia de Gesine Lötzsch para la Fundación Rosa Luxemburg bajo el título Wege zum Kommunismus (Una ruta al comunismo). El artículo fue duramente criticado por la CDU, el FDP y el SPD, que pidieron la extensión de la vigilancia de la Verfassungschutz a La Izquierda a escala federal. Con respecto al antisemitismo, La Izquierda ha recibido esta acusación –tanto más cargada de implicaciones negativas, huelga decirlo, en un país con la historia de Alemania– después del apoyo de algunos ex parlamentarios a la Flotilla de la Libertad de Gaza del pasado año. El ala izquierda de La Izquierda ha propuesto en los últimos meses el apoyo de la formación a la campaña de boicot, desinversiones y sanciones contra Israel hasta que cumpla con la ley internacional y los principios universales de los derechos humanos, lo que ha generado un fuerte debate interno en el partido entre quienes la defienden, quienes prefieren matizarla en razón a su oportunidad táctica y un pequeño sector prosionista que la rechaza abiertamente. [3] El jueves 20 de julio de 1944 el coronel Claus von Stauffenberg colocó un maletín con explosivos en la sala de mapas del alto mando alemán. Los conjurados –entre sus filas hubo desde militares y religiosos hasta socialdemócratas y cristiano-demócratas– pretendían dar un golpe de estado y formar un gobierno de salvación nacional después de poner en marcha el operativo conocido como Operación Valquiria. Como es sabido, el atentado no consiguió terminar con la vida de Hitler, el complot fue rápidamente abortado y sus impulsores detenidos y ejecutados. En el 2008 la historia fue adaptada a la gran pantalla por Bryan Singer en Valkiria, con Tom Cruise en el papel protagonista de Stauffenberg. A pesar de la mitificación posterior de la que han sido objeto estos hechos, los objetivos de los conjurados eran, cuanto menos, poco claros. El Partido comunista alemán fue excluido de la conspiración. [4] Hans Globke (1898-1973). Político de la CDU y presidente de la cancillería federal –cargo que posee el rango de Secretario de Estado o ministro federal– bajo la administración conservadora de Konrad Adenauer, de quien llegó a decirse que era "su eminencia gris". Globke trabajó en el Ministerio de interior nacionalsocialista con Wilhelm Frick y participó en la redacción de las leyes antisemitas de Núremberg. Hans Karl Filbinger (1913-2007). Político de la CDU. Ministro-presidente de Baden-Württemberg de 1966 a 1978, vicepresidente de la CDU de 1973 a 1979. Como juez de la Marina de guerra del Reich, Filbinger –que desde 1937 tenía carnet del Partido Nazi– participó en más de 200 juicios en Alemania y Noruega. Pidió la pena capital para cuatro marinos. En 1978 el escritor Rolf Hochhuth descubrió su pasado en una entrevista en Die Zeit. Filbinger llegó incluso a iniciar cínicamente un proceso contra Hochhuth, pero la avalancha de pruebas que le incriminaban le obligó a dimitir de su cargo. [5] Jürgen Möllemann (1945-2003), político del FDP. Ministro de Educación (1987-1991), ministro de Economía (1991-1993) y vicecanciller con Helmut Kohl en 1992. Fue acusado por sus propios compañeros de partido de profesar ideas propias del racismo hitleriano. Erich Mende (1916-1998), político del FDP. Representante del ala más nacionalista y tradicionalista del Partido liberal, Mende fue teniente de infantería en la invasión de Polonia de 1939. Mende fue repetidamente condecorado por su actuación en el frente. En 1945 el III Reich le concedió la Cruz de caballero de la Cruz de Hierro. [6] El Partido Nacional-demócrata Alemán (NPD, por sus siglas originales) es el último de una cadena de partidos en recoger el testigo de la ideología nacionalsocialista. Presidido por Udo Voigt, el NPD cuenta con 6.600 afiliados, algunos concejales en ayuntamientos aislados de todo el territorio federal y representación parlamentaria en Meckelmburgo-Pomerania occidental. El NPD, como La Izquierda, está vigilado por la Oficina para la protección de la Constitución.

Oskar Lafontaine fue desde junio del 2007 hasta mayo del 2010 co-presidente de La Izquierda. Desde noviembre de 2009 es el presidente del grupo parlamentario de La Izquierda en El Sarre.

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero

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