MIQUEL ÀNGEL SÒRIA
“No sé si la poesía es un arma cargada de futuro, pero desde luego toda mi memoria está cargada de poesía”. Luis García Montero García Montero no ho sap i jo tinc seriosos dubtes que em sorgeixen amb el coneixement dels últims anys de vida de Gabriel Celaya. Mor a Madrid, lluny del seu Donosti, oblidat. Només li queda el Partit i la seva Amparitxu. La poesia social ja no ven. Corren mals temps per a la lírica.
Havia escrit al seu Epitafi:
“Viajero que en mi tumba por azar te has detenido, / anota mi nombre y mi apellido, / anota mi ciudad; di a mis amigos / que aquí estoy enterrado, pues me extraña / que si lo saben, ninguno haya venido”. Encara amb el poeta actiu, però sempre tard, la Diputació Foral de Gipuzkoa havia fet un acte de justícia en instal·lar la seva biblioteca a l’espai Koldo Mitxelena Kulturunea, com una forma d’homenatjar el poeta. Per desig seu les cendres van ser llençades al Peine del Viento i així retornava a la seva ciutat: “... Esta ciudad abierta, puramente ideada. / Esta ciudad no dada, sencillamente humana. / Esta ciudad que siempre se quiso sin murallas / y que todo lo acepta, y es bella para nada”.
Del llunyà 1951 és el poema dedicat a Andrés Basterra, del qual extrec algunes línies:
“Aunque ya las palabras no nos sirven de nada, / aunque nuestras fatigas no puedan explicarse / y se tuerzan las bocas si tratamos de hablarnos, / aunque desesperados, / bien sea por inercia, terquedad o cansancio, / metafísica rabia, locura de existentes / que nunca se resignan, seguimos trabajando, / cavando en el silencio, / hay algo que conmueve y entiendes sin ideas / si de pronto te estrecho febrilmente la mano. // La mano, Andrés. Tu mano, medida de la mía”.
Us deixo amb dues estrofes del poema A. Miguel Labordeta:
“Las últimas noticias son normales, muy tristes: / se casan con notarios nuestras adolescentes; / se ríen en mis barbas los hombres de negocios; / la brisa sólo es brisa –no un ángel extraviado-; / y Dios, allá en su cielo, sigue siendo un Dios mudo. // Da miedo ver las gentes que pasan por las calles. / Si uno les preguntara su nombre, no sabrían / qué contestar en serio, qué decir limpiamente. / Yo les dejo que pasen bajando la cabeza. / No quiero ver. Me asusta que los muertos caminen”.Etiquetes de comentaris: Poesia